Nombre: norman
Ubicación: Belgrano, Argentina

sábado, febrero 26

Los dioses ya no necesitaban escucharme, no había música que tapase el silencio que invadía nuestros cuerpos esos largos minutos.
Sentía como no estábamos ahí, el ruido de los autos, las bocinas y los gritos. La gente que abría y cerraba la puerta, nada.. absolutamente nada podía hacernos regresar, o simplemente hacerme ver el suelo y saber que estoy vivo y el silencio no me estaba matando. No podía digerir o no quería asimilar las palabras que dijiste en ese discurso, casi monologo, sobre nuestro futuro y las metas; sobre nuestras vidas que ya no podían seguir atadas con alambres.
Estabas adelante mío, acostada, sosteniéndote en mis pies. Estabas oliendo mis rodillas, dándole pequeños besos; yo, atrás tuyo. Tu pelo se movía delante de mis ojos, mis manos jugaban con él, o eso era lo que intentaban; ellos se escapaban, era como si se burlaran de mis dedos o como si le tuvieran miedo. Tu pelo ya sentía extraño mis dedos,
Era la ultima vez que podíamos estar en silencio, compartiéndolo. Vos lo sabias, nuestro silencio lo entendíamos solo nosotros. Era mirarnos, los ojos, los pies, las manos.. lo que fuere. Era posar y relajar las miradas en el otro. No me incomodaba el silencio, porque era nuestro y de nadie mas. No necesitaba pensar en que pensabas, no necesitaba pensar si tenia que hablar o decir algo para sacarnos de ese silencio que muchos odian. Él que yo odiaba, pero aprendí a respetarlo, y entenderlo... aprendimos a respetarlo y a quererlo.

Deje que los dedos se apropien de tu pelo, para volvernos a la realidad de saber donde estábamos. Hablé, pedí solo una vez más, para que el perfume que quedaba en mi cama se fuera con vos, que no se siga esparciendo por mi casa y no quiera posesionarse de mi futura alma perdida.
Ni lo dudaste, nos paramos y tomaste la llave. Abriste la puerta como si fueras dueña de algún departamento del edificio. Esperando el ascensor, sentí por ultima vez como tus ojos quitaban mi ropa y tu mirada me hablaba al oído.

Subimos, fuiste a la cocina, querías sentir era tuya, pero solo por ultima vez. Sacaste algo de beber, y me fui al cuarto. No había caído, yo no sabía que no iba a ver un después, y que todo lo que pudiese pasar iba a ser un simple recuerdo, o el recuerdo mas hermoso de los dos. Entraste, me miraste, y lanzamos la ropa por el aire.. pero no. Fue distinto a lo habitual, fue mas tierno, tal cual como en los primeros días. Acércanos lo mas lento posible, como en una película. Era besarnos lentamente, suavemente. Era que tus manos desabrochen mis botones con miedo, con nervios. Parecía que los meses en donde no nos respetábamos y disfrutábamos no habían pasado nunca, no los habíamos conocido nunca. Vi ti cuerpo, desnudo frente a mi. Yo no podía saber que esa iba ser la imagen que podría recorrer mis sueños por los siguientes meses, la imagen que me podía hacer feliz o directamente hacer llorar. Mis manos recorrían tu piel, como hace unos meses, pero esta vez iban directo a tus nervios, a donde sabían que podían hacerte gritar. Me dirigí abajo, a tu sexo; él cual me gustaba morder y oler. Nunca podía cansarme, sabías que podía estar horas y horas ante él.
Unos minutos largos, los últimos minutos que quedarían en la retina de mis ojos, que me haría ver siempre cuando este con alguien, pensando que ese alguien eras vos. Te tocaba, querías complacerme una vez más. Tus manos rompían cara poro de mi piel, quebrabas mis huesos. Recorrías mis brazos, mis piernas. Te quedaste un rato allí hasta decir que pronto ibas a volver. Seguiste recorriendo mi cuerpo, hasta apropiarte de mi sexo. Jugabas con él como los primeros días, las primeras caricias con asqueo y miedo, lo amabas como los siguientes meses; donde aprendiste mucho y ya no ibas a poder olvidar, pero sí, abandonar.

No seguía las agujas del reloj, no podía. No teníamos conocimiento del tiempo, estábamos perdidos en ese mundo de erotismo que tanto conocíamos pero que nunca habíamos disfrutado como en ese momento. Dominabas mi cuerpo, no podía oponerme, era tuyo una vez mas, como siempre lo había sido, pero esta vez sabiendo que era la ultima vez.
Gemidos, calor, falta de aire. Fotos en mi memoria, risas compartidas. Nostalgia, calentura. Todo, pero todo, se unía en ese momento. No sabía reaccionar, todas las emociones caían en el mismo momento. Lagrimas, carcajadas y gemidos. Te miraba, sabía que no sentía ese mundo yo solo.

No cojimos, eso fue lo que nos pedimos que recordáramos siempre. No cojimos, hicimos el amor. Jugamos al amor como los nenes que éramos antes, y los profesionales que podíamos llegar hacer ahora. Jugamos a amarnos, porque era eso, un juego, que tenía que terminar, porque así lo decidiste vos. Así lo entendimos los dos. Fue un juego, que como siempre, acabo en abrazos, pequeños besos, mirando el techo. De ahí en mas el silencio. Ese silencio que otra vez no me hacía pensar, solo me hacia estar ahí. Siempre que me veían así, pero mas con ella, decían que estaba como muerto; o directamente, estaba imitando a algún astronauta caminando por el espacio, o como un ángel caminando en medio de las nubes. Me sentía una estrella, solo cuando estaba con vos. Sentía que valía la pena no morir, que todo lo que hacía no era razonable y no era justo, porque vos siempre estuviste ahí, a mi lado.. dándome tus brazos, y tus abrazos. Ahí fue cuando volví a pensar, estaba a punto de criticarme, por haberme tomado este juego del amor tan en serio. Estaba a punto de pegarme, de querer agarrar algo y lastimarme, lastimar mi cuerpo, el mismo que vos decías que era único, el mas lindo del mundo.
Sé que escuchaste mis pensamientos, percibiste mi deseo. Me hiciste parar, ya no me tapaba como en los primeros días, no ponía una sabana delante de mi cuerpo. Sentí que debía hacerlo, que ya no éramos uno, y menos éramos dos que podíamos entendernos y vernos desnudos sin odiarnos. Me pediste que no me tapara, te quedaste viéndome unos simples minutos. Simples, que para mi fueron miles, donde empecé a pensar si por dentro reías de mi cuerpo de mis huesos al aire, de mi color blanco de la piel. Fue la primera vez en tanto tiempo que volvía a sentir ese miedo, de estar desnudo delante tuyo. Tenía miedo, no quería que la ultima imagen tuya mía fuera de esa forma. Me dijiste que me acostara, fue cuando te apoyaste en mi pecho, y luego en mis piernas. Ibas dejando un par de lagrimas en esas partes, en esas heridas que tanto odiabas ver, pero te traía un poco de placer. Derramabas lagrimas como cuando las curabas, y secabas su sangre. Llorabas como cuando con tus lagrimas movías mi alma y me hacías replantear lo que había echo, pensar si fui justo con vos, si lo era; vos, lo que siempre decías era que me entendías y eso me hacía darme cuenta que vos estabas ahí por algo.. pero por otro algo, no ibas a estar más. No ibas a limpiar las heridas, no ibas a secar mis lagrimas, no ibas a salvar mi corazón.
Fue el ultimo pedido, sobre el tema. Pediste que no lo haga más. Pero esta vez fue distinto, no me lo pedías con el mismo propósito, solo me dijiste que no lo haga más.. porque ya no ibas a estar para curar mis heridas.

|